El permafrost es un tipo de suelo congelado que permanece por debajo de los 0 grados Celsius (32 grados Fahrenheit) durante al menos dos años consecutivos. Es una capa de suelo, sedimento o roca que permanece permanentemente congelada, que se encuentra típicamente en regiones de la Tierra de gran altitud y latitud, como en las regiones árticas y antárticas, así como en áreas alpinas y subárticas.
El permafrost se forma cuando el suelo se congela debido a la acumulación de hielo en el suelo o sedimento. Puede extenderse a grandes profundidades, alcanzando cientos de metros en algunas zonas. El permafrost se puede clasificar en diferentes tipos según la proporción de hielo y suelo congelado, incluido el permafrost continuo, donde todo el suelo está congelado; permafrost discontinuo, donde algunas áreas tienen permafrost y otras no; y permafrost esporádico, donde se producen parches aislados de suelo congelado dentro de áreas de suelo no congelado.
El permafrost juega un papel importante en la configuración de la geomorfología, la hidrología y los ecosistemas de las regiones de clima frío. Puede afectar la estabilidad de la tierra, afectar los patrones de drenaje del agua, alterar los tipos de vegetación e influir en el hábitat de la vida silvestre. Los cambios en el permafrost debido al calentamiento climático también pueden tener impactos ambientales y sociales significativos, incluida la liberación de gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono y el metano a medida que se descongela la materia orgánica, mayores riesgos de deslizamientos de tierra y desafíos para el desarrollo de infraestructura y actividades humanas en regiones de permafrost. El estudio del permafrost es un campo importante de investigación en geología, climatología y ciencias ambientales, con implicaciones para comprender el cambio climático pasado y futuro, la evolución del paisaje y las interacciones entre humanos y medio ambiente.